Divisiones en la derecha

Pese a que José María Aznar, presidente de honor del PP, ha manifestado su apoyo a Mariano Rajoy al frente del partido, en las filas del "centro liberal" se sigue sin aceptar a Rajoy como líder del partido de la oposición. Lo que en un principio eran rumores se está convirtiendo en una realidad palpable: PP se divide.

El apoyo del expresidente del gobierno a Mariano Rajoy me asombra, esperaba un prudente silencio por su parte tras la segunda derrota del líder popular elegido, como casi todo en el PP, “dedocráticamente” por Aznar. Soy de los que piensa que Aznar supo muy bien a quien ponía al frente del partido. Es posible que este nuevo apoyo se deba a la creencia de que sólo Rajoy puede mantener el partido unido y sin disputas internas hasta que aparezca un nuevo líder para el "centro liberal" que sepa captar votos en el PSOE.

Mientras tanto, los dos bandos enfrentados en el PP se preparan para una posible sucesión. De un lado, Esperanza Aguirre, que cuenta con el apoyo de los liberales y sus amigos del club Bilderberg, enemiga acérrima de ese otro sector del liberalismo, más progre y laicista, representado por Gallardón. Del otro lado, los barones autonómicos de Valencia, Galicia y Castilla y león; Juan Vicente Herrera, Francisco Camps, Alberto Núñez Feijoo y Alfonso Fernández Mañueco, que cuentan con el apoyo de los más cercanos colaboradores de Rajoy, como Soraya Sáenz de Santamaría, Pío García Escudero o Ana Pastor. Fuera sin representación, en el exilio político, quedan los democratacristianos, cada vez más arrinconados en el partido, sin voz ni voto, empeñados en reconducir una organización política que ha dejado atrás sus raíces cristianas para lanzarse a los brazos del liberalismo. El PP mantendrá con Rajoy su tónica de prohibición de tendencias internas: un líder, un partido, una ideología.

Rajoy no es un buen candidato, y eso se sabe dentro y fuera de Génova, Rajoy al frente del partido es lo mejor que le puede pasar al PSOE, como cuando el exministro de Franco, Fraga Iribarne, se disputaba la Moncloa con el joven abogado Felipe González. Pero del mismo modo que dentro del PP saben que Rajoy no es buen líder y que no alcanzará la presidencia del gobierno, saben que sólo él puede mantener la unidad del partido hasta que se busque un nuevo líder.

En esta guerra de bandos, ya hay unos perdedores, los democratacristianos, y si los políticos católicos no pueden hacer valer su concepción de la vida social, el pueblo católico se queda sin representación política efectiva. Silenciosos, sin apenas espacio de maniobra y apoyos fuera del partido, los democratacristianos han visto como su espacio dentro del PP se ha ido reduciendo. Un ejemplo son la FAES, ideada por Aznar para fusionar todas las Fundaciones del partido, incluida la de carácter democracristiano. Es el llamado "proyecto Arzallus".

Solo unos cuantos afiliados de UPN, sucursal del PP en Navarra, fueron valientes y abandonaron el partido para fundar Convergencia Democrática de Navarra, definidos como humanistas cristianos y partidarios del pensamiento social católico como definitorio de su identidad.

¿Es hora de que la familia política cristiana emprenda su nuevo camino?.

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